domingo, 7 de agosto de 2011

Etapa 10 - Día 07/08/11

Amarillo (Texas) - Albuquerque, Santa Fé y Los Álamos (Nuevo México)

Empieza un nuevo día. Como siempre nos levantamos temprano. Hoy tenemos por delante una emocionante etapa y no podemos perder ni un minuto. Así que sin pensarlo mucho, comienza nuestra rutina diaria, recogimos nuestros bártulos y al coche. Hoy no tenemos desayuno, así que tiramos de nuestra despensa privada, que para eso vamos haciendo acopio de todo lo que podemos en otros hoteles.

La primera visita del día la tenemos bien cerca. Vamos a ver Cadillac Ranch, que se encuentra a las afueras de Amarillo. Para los que no sepáis lo que es, os contaré que una escultura de arte urbano. Fue creada en 1974 por Chip Lord, Hudson Marquez y Doug Michels, que formaban parte del grupo de arte Ant Farm , y se compone de varios coches de la marca Cadillac, mostrando una evolución de los modelos desde 1949 hasta 1963. Todos están semienterrados por el morro en un ángulo equivalente al de la Gran Pirámide de Giza en Egipto. Cosas de artistas, ya se sabe.



No nos fue sencillo encontrar esta entrada en mitad de la nada. Esta parte de Texas es una inmensa llanura que se extiende hasta donde alcanza la vista, así que encontrar esta pequeña puerta tiene su aquel.

Como se ve en la fotografía, los coches no están junto a la carretera, sino a unos 150 metros. La sensación de estar aquí es algo extraña. Poder contemplar de cerca este lugar que tantas veces había visto en fotografías y que tenía señalado como un punto imprescindible en nuestra travesía hacia el oeste americano, produce una excitación contenida.


Cuando te vas acercando puedes oler la pintura eternamente fresca que cubre estos coches. Digo lo de eternamente fresca porque la costumbre es que los visitantes traigan sus botes de pintura en spray y dejen su impronta en los sufridos coches. Así que puedes ver a padres e hijos haciendo de pandilleros grafiteros, que no aportan nada al arte, pero si que hacen que apoyarse en uno de estos coches sea un deporte de riesgo. Así que antes de hacerlo, lo mejor es tocar con el dedito, no sea que te lleves parte del arte en la ropa.


La sensación de estar aquí es realmente emocionante. Te preguntas el porqué de la elección de este sitio, realmente está en mitad de la nada.


Me costó lo mío meterme dentro, pero me pudo la tentación. Puedo decir que me he montado en un Cadillac de época.


Hicimos esta foto cuando aún estábamos relativamente solos. Pero al momento vimos llegar un par de autobuses y una muchedumbre deseosa de pintar se nos acercaba, así que nos despedimos de este curioso lugar para seguir nuestro camino.


Nuestra ruta hoy nos llevará a atravesar el estado de Texas hasta Nuevo México, recorriendo todos los tramos de la Route 66 que podamos. Luego visitaremos Albuquerque como último punto en nuestra ruta hacia el oeste, para comenzar nuestra ascensión hacia el norte. Visitaremos Santa Fe, para posteriormente llegar a nuestro destino final de etapa en Los Álamos.



Cogimos la I-40 y empezamos a recorrer las interminables rectas que atraviesan el estado.




El tren nos acompaña como es habitual. Personalmente a mi me encantan estos trenes kilométricos, así que estoy encantado. Este en particular llevaba tres máquinas para poder tirar de él.





A la hora aproximadamente llegamos a Adrian, que se encuentra a mitad de camino entre Chicago y Los Ángeles por la Route 66.



Abandonamos la interestatal I-40 y entramos en la Route 66. Parece que das un salto en el tiempo y te encuentras en una ciudad fantasma dónde todo se detuvo hace muchos años.




La gasolinera vivió mejores épocas. Estando allí me imaginaba cuanta gente habría pasado por aquí a repostar, comer algo y reponer fuerzas. Estando a la mitad de camino, el viajero debía sentirse inmerso ya en su aventura de alcanzar el oeste.





Es alucinante encontrar las máquinas de Coca-Cola viendo pasar el tiempo. En España dudo mucho que siguiese ahí después de tantos años.


La señalización nos dice que vamos bien para llegar a Santa Mónica, aunque para eso nosotros vamos a dar un pequeño rodeo por medio país.


Parece increíble que estas cosas estén aquí, en mitad de la nada, sin más guardián que el cielo de Texas.



La historia de este pueblecito empezó en 1900 cuando el ferrocarril Rock Island, que unía Chicago con la costa oeste, estableció aquí una estación. Por aquél entonces el pueblo era un ir y venir de viajeros que al amparo del ferrocarril podían viajar por fin de una costa a otra.



De aquel hervidero de gente ahora solo quedaba yo en mitad de la nada.



Adrian es conocida como Midpoint (punto medio). No en vano es el punto equidistante entre ambos extremos de la Route 66.


Pero esto es América, así que aquí, en mitad de la nada, hay una cafetería que a su vez es una tienda de souvenirs con multitud de recuerdos de la Route 66.


Seguimos nuestro camino por la I-40 y pronto entramos en el estado de Nuevo México.


En una hora aproximadamente encontramos un nuevo tramo de la Route 66 en el pueblo de Tucumcari.
 

Este es un pueblo de lo más curioso. Parece estar estancado en los años 60 y puedes ver circulando coches de esa  época con total normalidad. Los locales y sus carteles también tienen ese aspecto.





 
A la salida del pueblo encontramos uno de los iconos de esta ruta.



Nos incorporamos de nuevo a la I-40 en busca de nuestro próximo destino que es Albuquerque. Cuando nos vamos acercando dejamos atrás las grandes llanuras para atravesar una zona de pequeñas montañas.


Luego me dará pena comerme un solomillo esta noche.



Y tres horas después empezamos a llegar a Albuquerque. Y digo empezamos a llegar porque puede que la última hora de camino estuviésemos llegando. La ciudad es muy extensa, sin grandes construcciones ni masificaciones, pero se extiende kilómetros y kilómetros.


Menuda fiesta tuvo que ser esta.


Me llamó la atención el lavado de coches a mano. Aquí es muy común este tipo de establecimientos, pero me resultan curiosos. Tendré que probarlo.


Como ya era la hora de almorzar decidimos buscar un sitio para comer. Vimos este tan curioso, paramos el coche, me asomé, pero no me convenció mucho por dentro. Preferimos seguir los consejos de nuestra guía.


Aparcar el coche frente a la Universidad de Nuevo Mexico y fuimos andando a comer a un restaurante que nos recomendaba la guía de viaje.



El sitio en cuestión se llama Frontier y su especialidad son los huevos rancheros. Si queréis tener dolor de estómago toda la tarde como yo, solo tenéis que pedir el menú "NO.6 Huevos Rancheros, dos huevos, frijoles y tortitas de harina de maíz cubiertas de salsa".



Aquí os presento al susodicho plato. Tiene buena pinta, ¿verdad?...jajajja. Yo pensé lo mismo que tú, esto tiene pinta de que me va a sentar mal. Pero claro, uno no ha venido hasta aquí para rajarse. Así que me lo comí. No estaba malo, pero si aprecias tus entrañas mejor no lo pruebes.


Cuando terminamos nos dirigimos al Old Town para dar un paseo por la zona de tiendas. Tienen mucha artesanía típica y merece la pena pasear por estas calles. La arquitectura es totalmente diferente a lo que estábamos acostumbrados a ver hasta ahora.



El Old Town es la parte antigua de la ciudad y lo más bonito que tiene. Toda esta zona rodea la South Plaza, construida en un estilo mejicano, o por lo menos muy diferente a lo que se puede ver en USA.




En cada lateral de la plaza se suceden las tiendas de recuerdos, platería, arte, etc.




También puestos ambulantes....vamos, un paraíso para Rossana y un infierno para mi. 

 


En una de las esquinas de la plaza se encuentra la Iglesia de San Felipe de Neri, que es la construcción más antigua de Albuquerque y data de 1793. Originalmente la iglesia fue fundada por Francisco Cuervo y Valdés, fundador de Albuquerque, bajo el nombre de Iglesia de San Francisco Xavier en el año 1706. Poco después el duque de Albuquerque le cambió el nombre por Iglesia de San Felipe en honor al rey de España. Bajo la dirección de Fray Manuel Moreno fue terminada en 1719 y pasó a llamarse Iglesia de San Felipe de Neri. En 1792 se derrumbó debido a las fuertes lluvias y fue reemplazada por el edificio actual.

 

Después de gastar algunos dólares, que no fueron mucho porque las tiendas cerraron a las 17:00 h (menos mal), era hora de regresar a por el coche y seguir nuestro camino hacia Santa Fe.

De regreso al parking encontramos algunas curiosidades.

Coches saltarines...


El típico Ford Mustang...



Y por supuesto Harley Davidson


Cogimos el coche y nos despedimos de Albuquerque. Esta ciudad es muy diferente a todo lo que habíamos visto hasta ahora. La influencia española y mexicana es lo que la hacen muy distinta, al menos la zona del Old Town, el resto ha crecido al más pudo estilo USA.

A la salida vemos una estatua ecuestre de Francisco Cuervo y Valdés, el fundador de Albuquerque.



 Santa Fe está a 100 Km en dirección norte por la I-25.




Por el camino pudimos ver un inmenso casino y centro comercial a las afueras de la ciudad.


Las montañas de Nuevo México de fondo van tomando el color del atardecer.


 Así que en una hora llegamos a...¿Madrid?



Rectas y más rectas.


Al fondo se ve como Santa Fe se extiende en una gran llanura entre las montañas.




Un cementerio típico abierto.


Ahora si, llegamos a Santa Fe.



Lamentablemente no hicimos fotos del centro de Santa Fe, pero aquí os dejo una imagen para que os hagáis una idea. Es muy parecido a Albuquerque en cuanto a arquitectura, pero es una ciudad mucho más pequeña y apacible. La sensación que nos transmitió a nosotros es de un pueblo grande de gente tranquila.



Entramos en un supermercado de una cadena conocida aquí, a reponer nuestra despensa y nos quedamos sorprendidos. Era un sitio increíble,  con mucha comida ecológica, todo muy bien expuesto y cuidado, la gente muy amable, mucha comida pre-cocinada pero toda casera con una pinta buenísima. Incluso tenían vino español. Así que compramos algo de comida y continuamos la marcha.

Emprendimos rumbo a Los Álamos dónde queríamos dormir. El Sol se está poniendo ya y no podemos perder tiempo si no queremos llegara oscuras.

Comenzamos a adentrarnos entre montañas y comenzamos a ver un nuevo atardecer. Una de las ventajas que tiene viajar hacia el oeste es que cada día tienes ante tus ojos un espectáculo maravilloso.



Ya en plenas montañas, cerca de nuestro destino, decidimos parar para contemplar las vistas.



Y una hora después de salir de Santa Fe, llegamos a Los Álamos. Esta pequeño pueblo entre las montañas alberga el Laboratorio Nacional de Los Álamos que tan importante fue en el desarrollo del Proyecto Manhatan, que a la postre desarrolló la primera bomba atómica. Pero eso lo contaré en la próxima etapa.

Nada más llegar vimos el Best Western Hilltop Hotel, y sin pensarlo mucho paramos a preguntar. Era un poco más caro de lo que nos hubiese gustado (102 $), pero esta zona no es barata y no hay mucho donde elegir. Así que decidimos quedarnos. El hotel estaba muy bien e incluía desayuno de buffet y grandes fruteros llenos de manzanas golden. Una ocasión estupenda para hacer acopio de reservas.


La habitación estaba genial, todo nuevo y limpio. Hoy descansaremos muy bien. Decidimos no salir a cenar y tirar de despensa. Como teníamos comida y bebida, y una máquina de hielo cerquita, nos hicimos la cena en la habitación y la acompañamos de unas cervecitas mientras repasábamos todo lo que habíamos visto en el día. 


No tardamos mucho en caer rendidos. Aquí los días se hacen muy largos y hay que volver a madrugar mañana. Esta parte del viaje que comienza ahora es quizás mi preferida y tenemos que tener las fuerzas a tope, así que a dormir. Mañana será otro día.
Resumen de la etapa:

Hora de salida:
9:00 h
Hora de llegada:
21:30 h
Km recorridos:
626 km
Gastos del día:
199,00 $
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